jueves, 20 de enero de 2011

UN PASO DE AVANCE.

Con la aprobación de la Ley Orgánica del Tribunal Superior Electoral (TSE) y del Consejo Superior del Ministerio Público, el Congreso cumple con otros de los requisitos para el funcionamiento de nuevas instituciones jurídicas insertas en la Constitución, que incluye también al Tribunal Constitucional (TC).

Esos estatutos permitirán la entrada en escena de una instancia de ley que ha de tener gran incidencia en la consolidación de la democracia política, toda vez que tendrá competencia para dirimir sobre nulidad de elecciones y sobre conflictos generados al interior de los partidos.

El Tribunal Superior Electoral asume atribuciones de la suprimida Cámara Contenciosa de la Junta Central Electoral (JCE), institución que limitará su quehacer a organizar las elecciones y a administrar leyes y servicios referidos al Registro Civil.

Relevantes son también las funciones atribuidas al Consejo Superior del Ministerio Público, de garantizar autonomía de esos representantes de la sociedad, mediante el control disciplinario de sus funcionarios y de la formación de los fiscales.

Pendiente de aprobación está el proyecto de Ley Orgánica del Tribunal Constitucional que ha sido piedra de discordia entre jueces, políticos y juristas, que han advertido sobre un posible caos institucional, si se faculta a esa instancia a revisar decisiones de la Suprema Corte de Justicia.

La separación de la antigua JCE en dos instituciones, una de administración y control y la otra jurisdiccional, así como el requerimiento de una ley de partidos, debería significar un gran salto hacia adelante en materia de democracia partidaria.

El gran reto que enfrenta ahora el Congreso Nacional es el de actuar como componedor de disímiles intereses en torno al Tribunal Constitucional y aprobar una ley orgánica que despeje el riesgo de choque de trenes entre esa institución y la Suprema Corte.

Gobierno, clase política, empresariado y sociedad civil no deberían pretender ni promover que en torno a la Constitución de la República y sus instituciones básicas se confeccionen trajes a la medida de particulares intereses o excesivas ambiciones.

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